"¿Qué tengo que perder?"
Mi amigo Tomas Conde publicaba hoy una reflexión con este título, sobre lo importante de una actitud mental abierta a probar nuevas cosas, abierta a participar, a no auto-limitarse… como una fuente de enriquecimiento. Es una actitud que los niños tienen de forma espontánea, (su respuesta es “nada, no tengo nada que perder” ) que los adolescentes empiezan a diluir , (su respuesta incorpora “ puedo perder mi autoestima, mi vergüenza, el respeto de los colegas”)… y cuando nos hacemos mayores tememos perder además “la dignidad, las lentillas, los ligamentos cruzados de la rodilla, el tiempo, las llaves del coche….”
Conclusión: Ante tamañas perdidas… muchos acaban por no hacer nada. Por tirar la toalla. Por abandonar aquella actividad que tanto “les ponía” unos años antes. Solo queda nostalgia por la adrenalina. Prácticamente todos mis colegas de “aventuras de juventud” han colgado sus tablas de windsurf o sus esquis –o se han decantado por una versión “Light” que combina el (algo de) ejercicio con algo de turismo gastronómico, spa, plan familiar…..- antes de cumplir los 40. Cuando empezaron a preguntase “¿Qué tengo que ganar?” y su respuesta volvió a ser “Nada”. Entonces ¿por qué arriesgar?.
Pero es posible –y diría que hasta muy recomendable- mantener esa actitud de preguntarse “¿Que tengo que perder?” toda la vida. Con un adecuado plan de reducción de riesgos, -Riesgo Bajo Control- No tenemos nada que perder, y por otra parte, mucho que ganar : Salud, ilusión , vitalidad, energía positiva, naturaleza, autoestima, auto-confianza, búsqueda de nuevos desafios…. Si perdemos las llaves del coche, tengamos una de repuesto colgada del cuello, y si perdemos las lentillas…-creo que pueden asegurarse en Multiópticas- unas gafas las sustituyen perfectamente durante un rato.
Bien ublicados en nuestra curva de riesgos personal, con nuestra zona de confort bien establecida, No tenemos nada que perder .Y si no tenemos nada que perder….. a por todas.
Antes Morir que perder la vida!! Banzaiii!!
Hay una frase de Paul Bowles que me gusta mucho: “solo merece la pena hacer las cosas que pueden terminar muy mal”; Pero… sobre eso ya hablaremos otro dia.
Conclusión: Ante tamañas perdidas… muchos acaban por no hacer nada. Por tirar la toalla. Por abandonar aquella actividad que tanto “les ponía” unos años antes. Solo queda nostalgia por la adrenalina. Prácticamente todos mis colegas de “aventuras de juventud” han colgado sus tablas de windsurf o sus esquis –o se han decantado por una versión “Light” que combina el (algo de) ejercicio con algo de turismo gastronómico, spa, plan familiar…..- antes de cumplir los 40. Cuando empezaron a preguntase “¿Qué tengo que ganar?” y su respuesta volvió a ser “Nada”. Entonces ¿por qué arriesgar?.
Pero es posible –y diría que hasta muy recomendable- mantener esa actitud de preguntarse “¿Que tengo que perder?” toda la vida. Con un adecuado plan de reducción de riesgos, -Riesgo Bajo Control- No tenemos nada que perder, y por otra parte, mucho que ganar : Salud, ilusión , vitalidad, energía positiva, naturaleza, autoestima, auto-confianza, búsqueda de nuevos desafios…. Si perdemos las llaves del coche, tengamos una de repuesto colgada del cuello, y si perdemos las lentillas…-creo que pueden asegurarse en Multiópticas- unas gafas las sustituyen perfectamente durante un rato.
Bien ublicados en nuestra curva de riesgos personal, con nuestra zona de confort bien establecida, No tenemos nada que perder .Y si no tenemos nada que perder….. a por todas.
Antes Morir que perder la vida!! Banzaiii!!
Hay una frase de Paul Bowles que me gusta mucho: “solo merece la pena hacer las cosas que pueden terminar muy mal”; Pero… sobre eso ya hablaremos otro dia.
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